miércoles, 14 de octubre de 2015

EL CANTO EN LA EDUCACIÓN INFANTIL.

Segunda Parte.


Por Cristina Isabel Gallego García.           

   Fuente: http://www.filomusica.com/filo19/pucci.html






Al enseñar una canción hay que tener en cuenta la respiración, la emisión, la entonación, la articulación y la expresión. Podemos empezar con ejercicios de respiración y relajación muscular de cara, cabeza y cuello, vocalización con la vocal que resulte más sencilla, vocalización con todas las vocales y consonantes, estudio de la canción popular...
La respiración es mucho más que la base para el canto: es la función primordial del cuerpo humano. A veces practicamos una respiración muy superficial y deficiente que no llega a hacer trabajar los pulmones debidamente. Podemos aprovechar la educación musical para implantar al mismo tiempo una enseñanza de la correcta respiración. El efecto sobre las voces será sumamente beneficioso.
Hemos de enseñar al niño cómo inspirar sin esfuerzo la mayor cantidad de aire posible; y cómo espirarla con la mayor lentitud y bajo el absoluto control de nuestra voluntad. Una tercera fase de la respiración (la retención del aire en el cuerpo) tiene importancia sólo en el deporte y no para el canto. La respiración no debe constituir un esfuerzo, hay que graduarla de acuerdo al físico y a la edad del niño. El canto, con el ejercicio de respiración constante que administra, contribuye al desarrollo de los músculos y a la buena respiración, necesaria para cantar y, por lo tanto, a la educación para la salud.
La canción aporta al proceso educativo-musical el desarrollo de numerosas capacidades, como:
- Captación rítmica y melódica.
- Captación del pulso y del acento musical.
- Memorización melódico-rítmica.
- Expresión de matices, carácter y movimiento.
- Improvisación e imaginación creadoras.
- Expresión a través del movimiento corporal.
- Ejercitación de la propia voz al hablar y al cantar.
Orff basa su método o sistema en los ritmos del lenguaje, cuyas palabras poseen una rica fuente de elementos rítmicos, dinámicos y expresivos, que junto con el cuerpo forman la conjunción del ritmo (palabra- cuerpo – movimiento) y la vivencia del mismo.
Dalcroze considera a la rítmica, o ritmo del cuerpo, como la base y punto de partida de los estudios musicales, mientras que Orff toma como base los ritmos del lenguaje. Para Orff, el cuerpo trabajará como un instrumento de percusión de timbres variados, que emplea cuatro planos sonoros, pies, rodillas, palmas y dedos, con los que se pueden conseguir distintas variedades rítmicas y dinámicas.
Muchas son las actividades que podemos realizar con los niños a través de la canción: realizar ecos (en lalaleos y con onomatopeyas, con palmoteos, con los pies, con ambas manos simultáneamente sobre las rodillas, con manos alternadas sobre rodillas y muslos); entonar con claridad, afinación; vocalizar con suavidad y naturalidad, aplicando diferentes matices, como suave o fuerte; inventar acompañamientos rítmicos; hacer tomar conciencia a los niños de todo lo que pueden realizar vocalmente (modos de producir sonido con los labios, con los dientes, con la lengua, combinando estos elementos...); tomar conciencia del aire que hace vibrar las cuerdas vocales; reír, llorar, susurrar, gritar; jugar con la voz como un instrumento, realizar en las canciones ejercicios y juegos auditivos, visuales, motores, lúdicos, expresivos...
Las imágenes que se observan en este artículo son de una dramatización realizada en un colegio con alumnos de seis años. Al tiempo que unos niños cantan canciones que corresponden a cada estación del año, otros la representan: primavera (una niña tocando la flauta juega con un pajarillo que vuela alrededor de las flores que están naciendo), verano (con nuestra ropa de baño, estamos preparados para irnos a la playa), otoño (las hojas de los árboles empiezan a caerse) e invierno (jugamos con un muñeco de nieve). Los niños disfrutaron cantando y dramatizando.

Como hemos podido ver, en el aprendizaje de canciones intervienen muchos factores, como: auditivos, visuales, motores, memorísticos, sociales, lúdicos, expresivos, etc, que al irse trabajando progresivamente, desarrollan las capacidades del ser humano y al mismo tiempo su sensibilidad.

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