EL CANTO EN LA EDUCACIÓN INFANTIL.
Segunda Parte.
Por Cristina
Isabel Gallego García.
Fuente: http://www.filomusica.com/filo19/pucci.html
Al
enseñar una canción hay que tener en cuenta la respiración, la emisión, la
entonación, la articulación y la expresión. Podemos empezar con ejercicios de
respiración y relajación muscular de cara, cabeza y cuello, vocalización con la
vocal que resulte más sencilla, vocalización con todas las vocales y
consonantes, estudio de la canción popular...
La
respiración es mucho más que la base para el canto: es la función primordial
del cuerpo humano. A veces practicamos una respiración muy superficial y
deficiente que no llega a hacer trabajar los pulmones debidamente. Podemos
aprovechar la educación musical para implantar al mismo tiempo una enseñanza de
la correcta respiración. El efecto sobre las voces será sumamente beneficioso.
Hemos
de enseñar al niño cómo inspirar sin esfuerzo la mayor cantidad de aire
posible; y cómo espirarla con la mayor lentitud y bajo el absoluto control de
nuestra voluntad. Una tercera fase de la respiración (la retención del aire en
el cuerpo) tiene importancia sólo en el deporte y no para el canto. La
respiración no debe constituir un esfuerzo, hay que graduarla de acuerdo al
físico y a la edad del niño. El canto, con el ejercicio de respiración
constante que administra, contribuye al desarrollo de los músculos y a la buena
respiración, necesaria para cantar y, por lo tanto, a la educación para la
salud.
La
canción aporta al proceso educativo-musical el desarrollo de numerosas
capacidades, como:
-
Captación rítmica y melódica.
-
Captación del pulso y del acento musical.
-
Memorización melódico-rítmica.
-
Expresión de matices, carácter y movimiento.
-
Improvisación e imaginación creadoras.
-
Expresión a través del movimiento corporal.
-
Ejercitación de la propia voz al hablar y al cantar.
Orff
basa su método o sistema en los ritmos del lenguaje, cuyas palabras poseen una
rica fuente de elementos rítmicos, dinámicos y expresivos, que junto con el
cuerpo forman la conjunción del ritmo (palabra- cuerpo – movimiento) y la
vivencia del mismo.
Dalcroze
considera a la rítmica, o ritmo del cuerpo, como la base y punto de partida de
los estudios musicales, mientras que Orff toma como base los ritmos del
lenguaje. Para Orff, el cuerpo trabajará como un instrumento de percusión de
timbres variados, que emplea cuatro planos sonoros, pies, rodillas, palmas y
dedos, con los que se pueden conseguir distintas variedades rítmicas y
dinámicas.
Muchas
son las actividades que podemos realizar con los niños a través de la canción:
realizar ecos (en lalaleos y con onomatopeyas, con palmoteos, con los pies, con
ambas manos simultáneamente sobre las rodillas, con manos alternadas sobre
rodillas y muslos); entonar con claridad, afinación; vocalizar con suavidad y
naturalidad, aplicando diferentes matices, como suave o fuerte; inventar
acompañamientos rítmicos; hacer tomar conciencia a los niños de todo lo que
pueden realizar vocalmente (modos de producir sonido con los labios, con los
dientes, con la lengua, combinando estos elementos...); tomar conciencia del
aire que hace vibrar las cuerdas vocales; reír, llorar, susurrar, gritar; jugar
con la voz como un instrumento, realizar en las canciones ejercicios y juegos auditivos,
visuales, motores, lúdicos, expresivos...
Las
imágenes que se observan en este artículo son de una dramatización realizada en
un colegio con alumnos de seis años. Al tiempo que unos niños cantan canciones
que corresponden a cada estación del año, otros la representan: primavera (una
niña tocando la flauta juega con un pajarillo que vuela alrededor de las flores
que están naciendo), verano (con nuestra ropa de baño, estamos preparados para
irnos a la playa), otoño (las hojas de los árboles empiezan a caerse) e
invierno (jugamos con un muñeco de nieve). Los niños disfrutaron cantando y
dramatizando.
Como
hemos podido ver, en el aprendizaje de canciones intervienen muchos factores,
como: auditivos, visuales, motores, memorísticos, sociales, lúdicos,
expresivos, etc, que al irse trabajando progresivamente, desarrollan las
capacidades del ser humano y al mismo tiempo su sensibilidad.